Flash-back

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 En la plaza del pueblo se ha congregado una muchedumbre dispuesta a escuchar el pregón de Paquito. Al lado del sacristán está Carmelo tambaleándose, como de costumbre. Paquito, con el sonsonete de los antiguos pregoneros, dice: «De orden del señor Alcalde, se hace saber, que estemos todos, a las doce en la plaza, para hacer flash back». Los allí congregados reciben la orden con fastidio. Entre ellos descubrimos a Morencos, al que tampoco parece que la iniciativa del munícipe le haga mucha gracia. Un viejo le grita al pregonero: «Se podían meter el flash back donde yo les dijese». Paquito, molesto, le contesta: ¡Eh, eh!, que yo soy gallineja y a las doce dicen misa».

 La idea del alcalde, que tanto nos sorprende y que en principio nos resulta difícil de descifrar, parece que no es una novedad para los vecinos del pueblo, que reciben la orden de hacer flash- back (pronúnciese con acento en la a final) molestos, lo que hace pensar que ésa es una manía del Alcalde, sin duda, un estudioso del lenguaje cinematográfico, muy interesado en el empleo del tiempo fílmico, que hay que aceptar para no contrariarle, pero que les provoca fastidio. La reunión se deshace de inmediato entre comentarios críticos. Ante las protestas, Paquito deja claro que él es un mandado, que se lava las manos.

 En la secuencia original un paisano comentaba: «Como sea como el del mes pasado, que nos metió en pleno invierno con las camisetillas estas de entretiempo…», lo que aclaraba que la idea del Alcalde de que todos los lugareños hagan flash-back venía de lejos. En la escena aparecían también los belgas y su líder preguntaba a Paquito si podían asistir a la concentración de las doce. El sacristán contestaba siempre en francés: «Vous voulez étre partout, heinf», a lo que el belga respondía: «Comprenez-nous. Le flash-back c’est toujours du temps. Le temps chronologique, le temps météorolique…». Paquito cerraba la secuencia guiñándole un ojo, al tiempo que repetía «Fabiolá».

 Entre esa secuencia y la siguiente existían otras dos en el guión. En la que se reiteraba la imagen de los labradores que iban hacia su trabajo cantando madrigales. Al pasar por el camino en que vive agostado Garcinuño, Morencos le prometía llevarle esa tarde algo de Cervantes. El anciano demediado insistía en que prefería algo de Góngora y se quejaba de que estaba fatal. En la segunda, el Viejo Labrador daba los buenos días a la calabaza —coliflor en el guión, como ya dijimos— y le contaba que otra vez se le había aparecido el negro en el pasillo. Estas dos secuencias suprimidas dan idea de la estructura planteada por Cuerda. La acción de la película transcurre durante tres días, de amanecer a amanecer, y las situaciones del primer día se repetían con ligeras variantes en el segundo y deforma más elíptica y excepcional -es jornada electoral- en el tercero.