Teodoro no consigue conciliar el sueño. Su padre duerme a pierna suelta a su lado. Le despierta: «Padre, me acuerdo de madre». Jimmy, que se ha vuelto hacia él y, como si hablara con un niño que reclama un juguete, le contesta: «Bueno, pero ¿no te gusta la moto que te he comprado?». «No, si la moto es cojonuda, pero eso no tiene nada que ver. ¿Usted se acuerda de lo que yo les decía en las cartas?… Yo les decía: me apetece mucho verlos a los dos cuando vuelva. A los dos, decía yo. A mi madre y a usted. Y cuando vuelvo…, la ha matado. ¿Por qué la mató?». «Porque era muy mala», responde Jimmy. «Pero, hombre, padre…». «Es muy duro decírselo a un hijo, pero tu madre era muy mala. Yo he esperado a que estuvieses criado y a que tuvieses una buena ocupación, pero ahora que ya tienes una plaza en Oklahoma, ¿para qué quieres a tu madre?». «No sé, pero ahora que tengo todo el año sabático por delante, sin nada que hacer». «Pero para eso, mejor es una moto, una moto con side car, para ver mundo. Porque, también, todo el santo día, metido allí, en Oklahoma…»
La noticia de que Jimmy es un asesino que ha matado a su propia mujer por la única razón de que era muy mala es uno de los descubrimientos más hilarantes e inesperados de la película. La secuencia está contada como si asistiéramos a una conversación entre un padre y un hijo pequeño que demanda un capricho o que pretende entender cosas reservadas a los mayores. Encima de que le ha regalado una moto con sidecar, ahora dice que echa de menos a su madre y le pide cuentas por su crimen. ¡Como si Teodoro pudiera entender las complejas relaciones de los adultos sin conocer las reglas que rigen la violencia y la venganza en el seno del matrimonio! ¡Bastante ha hecho él con guardar tantos años su secreto hasta que el niño consiguiera su plaza en Oklahoma! Teodoro quiere aprovechar su año sabático en algo, como por ejemplo estar con su madre. Pero para matar el tiempo es mucho mejor una moto. Este niño grande que da clases en los Estados Unidos lo que necesita es ver mundo y dejarse de impulsos edípicos a estas horas de la noche. Hay que hacer notar que la relación padre e hijo no parece dañada por el asesinato de la madre. Teodoro no le culpa por ello, tan solo se queja de que ya no tiene madre.
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