De pronto, Paquito, el sacristán, que camina solo por la calle, se eleva y levita, cayendo delante de Cascales y Nacho, que seguían comentando la propuesta que el primero ha hecho al segundo de cambiarle al personaje. Cascales opina que eso le vendrá bien porque así cambia de aires. «Porque lo tuyo es obsesivo». Al ver a Paquito que se les viene encima, Cascales pregunta: «Pero Paquito, ¿qué haces?, ¿estás tonto o qué?». «Que tiraban de mí hacia arriba», dice el sacristán en tono de lamento. «¡Ah, bueno» -dice Nacho—, eso ya pasó aquí una vez. No te asustes. Eso es que vas a subir á los cielos en cuerpo y alma». A Paquito, el plan no le hace ninguna gracia: «Pero hoy no, hombre, hoy no, que me he apalabrado una viuda en el pueblo de arriba para esta noche, no me jodas». En ese momento, Paquito vuelve a elevarse y desaparece gritando: «¡Ay, ay, que alguien se ha equivocado ahí arriba!».
Hasta ahora, Paquito ha sido un testigo zumbón y algo malhumorado de situaciones protagonizadas por su hijo, el cura, el niño deprimido o Garcinuño, que ha expirado ante sus ojos atónitos, o ha ejercido de pregonero de los mensajes de Don Andrés o del Alcalde. Sus iniciativas se han reducido a enseñar el oficio de campanero y a meterse en la cama de su sobrina. Pero el destino le tiene reservado un prodigio del que es entera y exclusivamente protagonista: una levitación, involuntaria, eso sí. Al contrario de Carmelo, que se desdobal para dar gusto a Gabriela, Paquito levita porque fuerzas del cielo tiran de él hacia arriba sin que el pueda hacer nada para evitarlo. Ya veremos cómo en una secuencia posterior que fue eliminada Paquito intenta luchar contra esas misteriosas fuerzas que se empeñan en elevarlo. Nacho, que debe conocer bien el Nuevo Testamento y que recuerda los episodios de la Ascensión de Jesús a los cielos y la Ascensión de la Virgen María, futuros personajes de la obra de Cuerda, asegura que lo que le pasa al sacristán es lo mismo. Pero a Paquito no le parece justo que, sin que nadie le avise, le lleven a los cielos en cuerpo y alma precisamente cuando le espera una aventura sentimental en el pueblo de arriba.
La secuencia cuenta de manera indirecta el acuerdo al que han llegado Nacho y Cascales, que por fin alguien le haya cambiado el personaje, aunque el que le ha caído en suerte tenga un futuro incierto. Porque ¿quién le asegura que, asumiendo el rol de suicida, no vaya a tener más suerte que su anterior intérprete y el primer camión con que se cruce no se lo lleve por delante sin posibilidad posterior de cambiarle el personaje a nadie por los siglos de los siglos?.
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