El amanecismo no es una ideología ni una religión ni nada de eso. Cada amanecista puede creer en lo que quiera, con la única condición de no dar la tabarra a sus compañeros, bajo la pena de ver cómo éstos se cagan en sus muertos uno a uno, ¡Virgen Santísima! El amanecista es siempre tolerante.
Como el exceso de seriedad produce aburrimiento y ello lleva inexorablemente a problemas de todo tipo, incluso tremendos problemas militares entre las universidades, el amanecista es famoso precisamente por eso, por no intervenir en peleas que no conducen a parte alguna.
El amanecista es siempre amable y hasta cariñoso (sin caer en cursilerías, o cayendo, eso va en días, mire usted).
El amanecista, aunque ruegue a los santos del Cielo tener una visión global bastante aproximada y claridad de juicio, puede ser primario y terriblemente sujeto a los instintos no pensando casi, o bien ser intelectual y decir la palabra “paradigmático” o “glande”, según el contexto, aunque eso también va en días.
Los deportes favoritos del amanecista son montar en bicicleta, oler bien y la levitación, sin que esto último suponga necesariamente que vaya a ascender a los Cielos en cuerpo y alma.
El/la amanecista nunca se cansará de agradecer a cualquiera hortaliza (en especial la calabaza) el estar entre nosotros y prestar oídos a sus quejas iluminando su camino.
El amanecista, consciente de que un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama, pide siempre respeto, por lo que pueda ocurrir.
El hombre amanecista soporta estoicamente las burlas de las mujeres reunidas en asamblea, aunque si tiene prisa se va (con la promesa de quedarse más rato otro día) cuando algún asunto (de cualquier tipo, incluso escribir novelas que casualmente se parezcan mucho a la obra de Faulkner, por ejemplo) le ocupa mucho tiempo.
El/la amanecista, sin mala intención, a veces se despista y se mete en la cama de su interlocutor/a mientras le cuenta algo, pero ya que está…
En cualquier caso, un buen amanecista hace suyas las palabras de Groucho Marx: estos son mis principios; si no le gustan tengo otros.
Si,pero de comunizar y turgentizar a las muchachas,nadie quiere saber nada.Aqui todo es hacerse valer y apuntarse los coitos como satisfactorios.El caso es estar cubiertos teológicamente.
Oye qué bonito es eso, no? me se han puesto los pelos de las ingles como escarpias!!
Y los amanecistas, ¿tenemos ingles? Porque yo me he quedado preocupado por el aspecto teórico del asunto.
A medida que profundicemos en la no-ideología amanecista tocaremos (sí, tocaremos sin recato alguno) el tema de las ingles y su indudable relación con el libre albedrío.
Usted, lo que es, es un fresco.
¡Ea!
probando probando ¿se oye? ¡¿que si se oye?! a vale, que me habia parecido que os habiais vuelto a beber el vino de consagrar, jodios.
Te se oye, te se oye. ¿Quieres plantear alguna cuestión de orden?
Me estáis cambiando de tema. Estábamos con el asunto (nada baladí) de las ingles. ¿Y no podrían consagrar con gin-tonic?