Es noche cerrada. Unos faros de camión iluminan la carretera. Cascales, que por fin ha conseguido cambiarle su papel a Nacho, espera con los ojos muy abiertos a que el camión se aproxime. Se lanza a la carretera. El camión avanza hacia él. La música sube de volumen y de intensidad. La escena se corta sin que sepamos su desenlace.
Imbuido de la responsabilidad del nuevo personaje asumido, Cascales entra en acción y se lanza a la carretera. Queda la duda de si este hombre hasta ahora carente de identidad ha asumido el papel de suicida permanente o simplemente de suicida. Porque la cosa es muy distinta.
Muy sigilosamente en medio de la noche Jimmy y Teodoro abandonan la casa de Adelaida. Jimmy lleva en brazos su lechón y Teodoro abraza su guitarra. De pronto, una música misteriosa nos anuncia la llegada de un nuevo prodigio. Algo atrae la atención de Teodoro, que se queda extasiado. Unas nubes pasan y dejan ver una hermosa luna llena. Teodoro rompe a reír con unas carcajadas incontenibles. «¿De qué te ríes?», le pregunta su padre. A Teodoro la risa le impide hablar. Luego dice: «Es la luna llena, me da ataques de risa y me pongo malo, padre». Jimmy pregunta que desde cuando le pasa eso. «Desde que llegué a Oklahoma. Es como lo del hombre lobo, pero con la risa». Teodoro no para de reír. «Oye, o tú eres gilipo- llas o es que tienes una alergia». Entonces Teodoro saca unas gafas negras, se las pone y deja de reír. «Ya estoy mejor, padre. Vamos».
El diálogo era algo más largo en el guión. Teodoro daba más explicaciones a su padre: «La primera vez me pilló en medio del campus de la Universidad y casi me muero. Menos mal que pasó por allí el rector, que usa capa española de paño muy tupido, me la echó por encima y me acompañó al college. En Oklahoma le pasa a bastante gente. Hay que usar gafas de sol y, aún así, se te queda una sonrisa todo el rato…»
Se puede pensar que Teodoro, en su calidad de población flotante, no tenía por qué ser víctima de uno de esos prodigios que aquí suceden. Pero la risa incontenible que le provoca la luna llena no es una manifestación nueva. Ya le pasaba en Oklahoma. No sólo en este pueblo se dan los prodigios. Esta peculiar forma de licantropía es un prodigio tonto, como corresponde al personaje. Es tan molesto como la levitación de Paquito, pero mucho más espectacular y bastante ridículo, como bien piensa su padre. Menos mal que tiene un antídoto tan fácil de conseguir. Aunque no en la farmacia sino en una óptica. Claro es que un tipo que en plena noche usa gafas de sol no suele ser tomado como prodigioso, sino como extravagante o simplemente idiota.
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