Jimmy y Teodoro, siempre sin bajarse de la moto, continúan la búsqueda de un techo para pasar la noche. Como ya les avisó el borracho de la plaza, no les está resultando fácil. Así lo atestigua el siguiente encuentro con el personaje que el guión denomina «Hombre Razonable» (Juan M. Chiapella). La secuencia nos lo presenta en pleno desarrollo de su argumentación encaminada a negar ayuda a nuestros amigos forasteros. «Yo, hospedaje no les voy a dar, ésa es la verdad. Pero lo que me fastidia es que, a lo mejor, no llevo razón, ¿me entienden?».
Como muchos personajes de la trilogía este hombre se entretiene en dar vueltas y revueltas a sus razonamientos, lo que viola las más elementales reglas de la coherencia realista, dadas sus características. Pero, por el contrario, Cuerda nos hace entrar una vez más en la propia coherencia del absurdo del personaje. «O sea -explica a Jimmy, que empieza a cansarse de tanta argumentación baldía-, que me quedo preocupado por el aspecto teórico del asunto. ¿Ven lo que les quiero decir?». La situación no puede ser más clara: dos viajeros preguntan si les pueden hospedar. Otro les contesta que no, pero que le preocupa el aspecto teórico de esa decisión, lo que tan sólo existe en su cabeza. O les alberga o no. Lo que alega para negarse no son razones ni causas. Sólo aspectos teóricos. En cambio, Jimmy echa mano de un razonamiento cartesiano: esos problemas teóricos que le plantea no darles posada, se solucionaría simplemente dándosela. Pero el Hombre Razonable es muy terco: «Sería peor -le contesta- Tendría entonces la duda de si hago bien teniéndolos en casa y además viviría el problema de una manera más acuciante, con ustedes por aquí todo el día».
En el límite de la paradoja Cuerda inventa un personaje al que llama Hombre Razonable, cuya forma de comportarse se adecúa perfectamente a la teoría de la duda metódica con la peculiaridad, una vez más contradictoria, de no utilizar ningún razonamiento para justificar esa duda.
Jimmy se ha dado cuenta de que se han tropezado con una cuestión filosófica para la que no se considera suficientemente preparado y se lamenta por la abstención de su hijo en la discusión que acaba de terminar: «También, hijo, podías haber intervenido tú. Era una discusión de cierta altura. Tú eres universitario…» «Pero era una discusión de Letras, padre -ataja enseguida Teodoro- Y yo en eso me puedo equivocar con mucha facilidad. No es lo mío. Mire usted, en Estados Unidos hay a veces tremendos problemas militares entre las universidades, asuntos de verdad muy serios, a vida o muerte. Pues yo nunca intervengo. Soy famoso precisamente por eso, porque yo nunca intervengo».
Jimmy se ha dado cuenta de que se han tropezado con una cuestión filosófica para la que no se considera suficientemente preparado y se lamenta por la abstención de su hijo en la discusión que acaba de terminar: «También, hijo, podías haber intervenido tú. Era una discusión de cierta altura. Tú eres universitario…» «Pero era una discusión de Letras, padre -ataja enseguida Teodoro- Y yo en eso me puedo equivocar con mucha facilidad. No es lo mío. Mire usted, en Estados Unidos hay a veces tremendos problemas militares entre las universidades, asuntos de verdad muy serios, a vida o muerte. Pues yo nunca intervengo. Soy famoso precisamente por eso, porque yo nunca intervengo».
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