¿No podía usted haber plagiado a otro?

Una respuesta para “¿No podía usted haber plagiado a otro?”

  1. Luis Giménez Carrasco


    ES PLAGIO CUANDO YO ESCRIBO UNA COSA COPIÁNDOLA DE OTRO Y SIN ENTRECOMILLARLA

    YO PLAGIANDO A FAULKNER
    EL RUIDO Y LA FURIA
    En la capital todo un burdel entró en trance místico y todas y todos salieron corriendo a la calle en cueritates.
    Ell@s perseveraron, y l@s enchironaron.
    MIENTRAS AGONIZO
    Pronto, a pesar de todo, estaré por fin completamente muerto. El próximo mes, quizá. Será, pués, abril o mayo. Porque el año acaba de empezar, mil pequeños indicios me lo dicen. Tal vez me equivoque y deje atrás San Juan e incluso el 14 de julio, fiesta de la libertad. Qué digo, tal como me conozco, soy capaz de vivir hasta la Transfiguración o hasta la Asunción. Pero no creo, no creo equivocarme al decir que dichas fiestas, este año, se celebrarán sin mí. Tengo esa sensación, la tengo desde hace algunos días, y espero no engañarme. Pero ¿en qué se diferencia de aquéllas que me confunden desde que existo? No, esta clase de preguntas no me preocupa, en lo que a mí respecta ya no necesito ser original. Moriría hoy mismo si quisiera, con sólo proponérmelo, si pudiera querer, si pudiera proponérmelo. Pero mejor dejarme morir, sin precipitar las cosas. Dejadme decir para empezar que no perdono a nadie. Os deseo a todos una vida atroz y luego las llamas y los hielos de los infiernos y un honroso recuerdo en las execrables generaciones venideras. Basta por esta tarde.

    ─Eso no se entiende.
    ─Usted no lo entiende.
    ─Eso no hay quien lo entienda.
    ─Si no lo ha entendido usted, vuélvalo a leer; si no lo entiende una segunda vez, otra vez más vuélvalo a leer; reléalo hasta que lo entienda, cuantas veces sea menester, joder.
    ─¡¡¡A la porra!!!


    «Si no lo ha entendido usted, vuélvalo a leer; si no lo entiende una segunda vez, otra vez más vuélvalo a leer; reléalo hasta que lo entienda, cuantas veces sea menester, joder.»
    (Faulkner)

    A CONTINUACIÓN, ¿PLAGIANDO A QUIÉN?

    ZEN CON UN DEDO
    Chü Chih fue un célebre maestro budista del siglo IX. Cada vez que se le planteaba una cuestión sobre el Zen, tenía la costumbre de levantar un dedo. Ésa era su invariable respuesta. «¿Cuál es la verdad suprema y absoluta?» Respuesta: levantaba un dedo en silencio. «¿Cuál es la esencia del budismo?» Respuesta: otra vez el mismo gesto silencioso del dedo levantado.
    El maestro Chü Chih tenía un joven discípulo, un aprendiz que seguía al maestro y le servía constantemente. Habiendo observado su comportamiento, el muchacho comenzó él también a levantar el dedo cada vez que, en ausencia del maestro, se le hacía alguna pregunta acerca del Zen. En un principio, el maestro no se dio cuenta y las cosas siguieron su curso. Pero llegó el momento fatal en el que se enteró de lo que el chico hacía a sus espaldas. «¿Conque plagiando, eh?», musitó el maestro.
    Así, un día, escondiendo un cuchillo en su manga, llamó al discípulo y le dijo: «Me he enterado de que has comprendido la esencia del budismo. ¿Es eso cierto?». «Así es», respondió el muchacho. El maestro le preguntó entonces: «¿Qué es el Budha?». Y el chico, por toda respuesta, levantó un dedo. Chü Chih se lo agarró y se lo cortó. Y, cuando el discípulo echaba a correr aullando de dolor, el maestro le volvió a llamar y su pregunta restalló como un relámpago: «¿Qué es el Budha?». El muchacho se detuvo; con su redonda cara bañada en lágrimas se volvió en silencio a mirarlo, oh límpidos ojos de un discípulo bueno; y, obedeciendo a una especie de reflejo, trató de levantar el dedo cortado. Y en ese mismo momento alcanzó la iluminación.

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